Cuando el orador llega, esto es lo que se encuentra: un espacio vacío, sin audiencia a la que hablar. Yo recomiendo por supuesto llegar con antelación para disfrutarlo así, antes de que llegue nadie. Te da tiempo a poner tu presentación en el ordenador de la sala, comprobar que toda ella se ve sin problemas y solicitar un micrófono de mano porque "no pienso hablar desde la mesa". En este ilustre salón la distancia entre las butacas y el público es tan grande, y la tarima tan alta que pensar en hacer "rapport" con tu audiencia es casi impensable. Por eso yo he optado por dejar el ordenador en su sitio y, armada con el mando a distancia, mi botella de agua, mi reloj y una ficha (que no he mirado pero está bien tenerla ahí) los he colocado en el suelo de la tarima, justo en el centro del escenario puesto que yo iba a hablar desde abajo.
Mi vestuario también iba acorde con el público, en su mayoría estudiantes. Así que me he permitido cambiar los pantalones de vestir por unos vaqueros cómodos que para viajar en el AVE están mejor. Eso sí, chaqueta de vestir (eso es para hacer rapport con los profes;)
Si el salón es tan grande como éste y sabes con certeza que no se va a llenar, está bien que tú mismo, si no hay otra persona para hacerlo, te encargues de ir indicando a la gente que va entrando que se sitúen en las filas más adelantadas. Si lo pides de buen rollo te hacen caso. Es inevitable -y humano- que los últimos que lleguen se sitúen en las últimas filas, derrengados en las butacas ¡bastante les ha costado levantarse!
Por mucho que tú hayas preparado la entrada "vuestra profesión es muy importante" es posible que surja alguna circunstancia que haga que tu comienzo tenga otra referencia. En mi caso y debido al retraso con el que hemos empezado, comprensible cuando la gente ha trasnochado (están de congreso, no de ejercicios espirituales) he comenzado recordando una frase que yo también me he aplicado en ocasiones cuando he ido a mis propios congresos: "Los reyes de la noche deben saber ser los héroes de las mañanas".
A partir de ahí la charla fluye y cada paso que vas dando va siendo acogido con satisfacción por el público y disfrutas percibiéndolo. Hay una chica morena a mi izquierda que sonríe complaciente ante lo que oye. A la derecha una chavala visual de blusa verde se nota que disfruta con la exposición. A mi izquierda, muy cerquita, los profes descubren un mundo nuevo de conocimientos que les llena y se nota que valoran que alguien hable con desparpajo y sin papeles, ellos saben más que nadie cómo va lo de hablar en público y lo aprecian.
Voluntarios forzosos y voluntarios voluntarios van saliendo también a escena para ayudar y compartir conmigo cada momento. Gracias a aquellos que confían y salen a apoyar. Juan ha hecho de "amígdala" y me temo que ese mote le durará al menos durante la jornada de hoy. "Impecable, Juan, gracias". Gracias a las chicas que valientemente se han presentado para la actividad sin saber siquiera lo que era. ¡Esa proactividad tiene premio, que lo sepáis!.
Cuando llegas a la zona de preguntas te sorprendes si las hay y contestas las que te sabes, si hay una que no, lo dices, que para eso una de las claves de la Oratoria es la humildad (naturalidad y hablar desde el corazón son las otras). A los oradores que siguen estas claves no les da reparo reconocer que "no lo saben todo", en realidad tenemos claro que "no sabemos todo de nada".
La actividad final entretiene, divierte y enseña, enseña que podemos hacer todo aquello que queramos en nuestra vida. Y consigue lo más gratificante para un orador: un aplauso del público desde el hemisferio derecho, desde la voluntad.
Nuevos tiempos. nuevas tecnologías
Lo que diferencia esta actividad de lo mismo hace unos años es que, además de las felicitaciones de personas que vienen cuando terminas y personalmente te indican que les ha gustado lo que les has contado, que cómo pueden hacer para que repitas lo mismo en tal o tal sitio, que si qué bibliografía se pueden comprar para aprender más (
"¿Estás comunicando?", mi libro, claro), hay una nueva opción: twitter. Colocas tu dirección de twitter en la última diapo que muestras y no son pocas las personas que aprovechan la circunstancia para comenzar a seguirte y darte las gracias por tu charla. ¡Quién me lo iba a decir cuando con 16 años empecé a hablar en público). Y claro, aprovechas el rato en el AVE para enviar algunos tweets de agradecimiento y para escribir esta crónica que estaría fenomenal redondearla con alguna foto del evento "con público" de las que alguna chica ha tomado mientras yo hablaba. Si me la envía aquí estará.
Y nada de todo este disfrute hubiera sido posible sin la estupenda colaboración de la organización. A veces parece que no hace falta decirlo pero sí hay que decirlo porque conferencias mal organizadas hay muchas así que... gracias Alejandro, Pilar y el resto de las personas involucradas en este evento. Ojalá que muchos otros aprendieran de vuestro esfuerzo y vuestra ilusión. Espero que los participantes hayan disfrutado, al menos, la mitad que yo. ¡Qué gozada!