Análisis de oratoria del discurso de investidura de Joe Biden
No hablo en este artículo de política, solo de oratoria. He elegido el discurso de investidura de Joe Biden, nuevo presidente de EE.UU para su análisis, porque es un auténtica joya literaria. Hay muchas personas que no entienden que este tipo de intervenciones no estén escritas por los propios oradores. Es la clásica opinión de quien no conoce el trabajo de un político, donde resulta imposible que se dedique a la gestión, y a la vez, a preparar sus discursos. Además, como en este caso, la alocución de Biden está preparada por un equipo de escritores de discursos o logógrafos -no me gusta mucho la palabra- que han estado dos meses, desde las elecciones, redactándolo.
Comenzamos el análisis: el texto consta de 2.514 palabras (en la versión inglesa original), y Biden tardó en leerlo 21 minutos. Otra de las cosas que no se suele entender de los discursos es que se lean. Sin embargo, como te demostraré en este artículo, es imposible que un orador sea capaz de memorizar un texto como éste, que cuenta con más de 100 usos de figuras retóricas. ¡Sí, más de 100, has leído bien!
El discurso consta de menciones a
diferentes personalidades, algo muy habitual en estos textos: por un lado,
nombra al expresidente Carter, que no pudo asistir al evento por enfermedad; a
George Washington, como primer mandatario de EE.UU; Abraham Lincoln, como padre
de la Declaración de Emancipación; Martin Luther King, y San Agustín, además de
incluir una cita de la Biblia. También incluye un fragmento de una de sus
canciones favoritas: “America Anthem”, de Gene Scheer, 1998.
Pero lo más relevante de la forma
literaria de este discurso son sus figuras retóricas. Casi en cada línea del
discurso hay una o dos. Eso es lo que hace que sea una auténtica joya al
escucharlo, y una delicia su lectura. Incluye multitud de repeticiones que dan
musicalidad al discurso, como anáforas (repeticiones de los inicios de frases);
muchísimas hipérboles (exageraciones), antítesis (elementos contrapuestos),
enumeraciones (secuencias de palabras del mismo tipo), personificaciones
(atribuciones de cualidades humanas a objetos), triadas (tres conceptos), así
como innumerables metáforas, aliteraciones (repetición de sonidos en palabras
próximas), etc… Me ha llamado especialmente la atención el uso abundante de una
figura retórica más curiosa, el polisíndeton, que consiste en añadir
conjunciones innecesarias para dar énfasis. Por ejemplo, cuando indica: “Un día
de historia y esperanza, de renacimiento y resolución”. Podría haber dicho: “Un
día de historia, esperanza, renacimiento y resolución”.
Las figuras retóricas de este
discurso demuestran que es un texto muy trabajado, muy cuidado y muy pensado
para que den la musicalidad necesaria al ser percibido por el oído. Una vez más
los estadounidenses demuestran que son los reyes de la retórica. ¡Ojalá que
este artículo haya conseguido incitarte a leer discursos, empezando por éste!
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