Martín
tenía 7 años cuando sus padres decidieron casarse. Tras más de 10 años
conviviendo juntos sus progenitores habían decidido dar el paso de unir sus
vidas de manera más “oficial”. Para sus hijos, Alba (que entonces tenía 4 años)
y Martín lo de organizar una ceremonia no iba con ellos. Salvo por un detalle,
los padres del chaval habían decidido que su hijo, de natural extrovertido,
simpático, dicharachero y con “dotes de artista”, leyera un pequeño discurso en
la boda. Fue fácil convencer al crío y fácil escribir el texto y repasarlo con
él durante días. La propia inconsciencia de Martín hizo que no le preocupara lo
más mínimo tener que tomar un papel protagonista en el acto del matrimonio. El
día llegó por fin y allí estaba él, vestido perfectamente para la ocasión,
sentado en un banco en la primera fila del centro cívico. Su inocencia le
impedía estar nervioso: era una opción que su cerebro no había barajado. Había
ensayado en casa un montón de veces su aparición en un lugar especialmente
preparado para él así que, cuando la persona que oficiaba la boda le dio paso,
Martín se levantó, se dirigió a su sitio y volviéndose a todas las personas
allí reunidas se dispuso a hablar. Sólo entonces fue consciente de que un par
de cientos de ojos le miraban, atentos, esperando escuchar su vocecita a través
del micrófono que le habían proporcionado. Los ojos del infante se abrieron
sorprendidos y… por un momento pareció que no iba a reaccionar. Yo que vivía la
situación como espectadora, me pregunté en ese instante si los padres habrían
considerado un “plan B” para emplearlo en caso de que el crío no abriera la
boca, pero no hizo falta. Después de la sorpresa inicial fijó la mirada en su
papel y leyó el texto con la ternura de un niño de 7 años que hace algo porque
sus padres se lo han pedido. Fue la primera vez que Martín habló en público.
La
verdad es que Martín no lo tenía fácil porque en España no se aprende en el
colegio a desarrollar las dotes oratorias como se hace en otros países. Los
anglosajones son los que tienen más tradición escolar de hablar en público, de
hecho en Estados Unidos se organizan auténticos certámenes de debate, no sólo
dentro de la escuela, sino también a nivel estatal para que los chicos aprendan
a desenvolverse en público desde pequeños. Eso hace que, cuando llegan a sus
puestos de trabajo en el futuro, tienen una experiencia en Oratoria que les
permite brillar en sus empresas.
Hace
unas semanas, un directivo de una multinacional me explicaba, con tristeza,
cómo a pesar de considerar que tenía un gran equipo a su lado, notaba que la
falta de habilidades al hablar en público les hacía desmerecer frente a otros
directivos de la entidad en otras filiales internacionales. Reconocía además
que, en un mundo con en el que vivimos, donde las nuevas tecnologías hacen que
cualquier presentación pública llegue mucho más lejos que nunca, conocer las
técnicas básicas de Oratoria y poder practicarlas se vuelve ya en algo
imprescindible. Estas eran las razones principales por las cuales quería
“invertir” en su gente, formándoles en “Oratoria con Programación
Neurolingüística”.
Y
qué decir de muchos de nuestros políticos, qué bien les habría venido asistir a
clases de hablar en público cuando eran pequeños… quizás ahora mostrarían más
seguridad en el encuentro con los medios de comunicación, en los grandes
eventos internacionales e incluso en sus propios mítines.
Esta
falta de interés por la Oratoria en muchos colegios públicos y privados ha
hecho que, desde hace varios meses, la Escuela Europea de Oratoria se haya
planteado la importancia de crear una actividad extraescolar con esta temática.
Por ello, a partir del 10 de enero comenzamos a desarrollar en Madrid “Oratoria
para niños”, destinado a pequeños de 7 a 12 años. Una vez por semana, una
profesora especializada en educación para la infancia, enseñará a los chavales
a desenvolverse en un escenario.
Empleando
técnicas teatrales, ejercicios de inteligencia emocional, expresión corporal y
prácticas de improvisación, los chavales aprenderán a perder nervios y miedos y
a ganar seguridad. Además, inculcar a los pequeños la gestión de emociones, la
autoconfianza, el compromiso y otras cualidades de la inteligencia emocional,
les ayudará a aprender a respetarse a sí mismos y a los demás.
¿Cuánto darías para que tu hijo, tu hija, no tuviera problemas en el futuro, cuando profesionalmente tenga que hablar en público? De ti depende.
El
curso “Oratoria para niños” y el de "Oratoria para Adolescentes" están también diseñados para realizarlos en aquellos
colegios que lo contraten para sus alumnos en exclusividad.
Si
quieres saber más sobre este curso aquí tienes el enlace de la Escuela Europea
de Oratoria donde encontrarás toda la información o pregunta en: info@escueladeoratoria.com Y si tu hij@ tiene entre 13 y 17 años puede apuntarse al curso "Oratoria para Adolescentes".
La fotografía que aparece en este artículo corresponde a alumnos reales del curso de Oratoria para Niños de la Escuela Europea de Oratoria y contamos para su utilización con el permiso de sus padres.
Etiquetas: Escuela Europea de Oratoria, hablar en público, niños, Oratoria
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