jueves, 27 de junio de 2013

El Mandela que yo conocí



Una de las cuestiones con las que tuvimos que vivir los de mi generación y anteriores fue la existencia del "Apartheid" en Sudáfrica, algo que ahora nos parece increíble pero que durante muchos años supuso algo incomprensible. Recuerdo que con 18 años viajé a Toronto para participar en un congreso y allí conocí a chicos y chicas de muchos países. Hice amistad con un grupo de gente en el que se incluía un chaval negro sudafricano; hicimos buenas migas y, recuerdo que el día que nos despedimos me dijo: "Espero que nos veamos algún día en Sudáfrica", a lo que yo respondí: "Cuando Sudáfrica sea libre". Esa idea estuvo en mi cabeza siempre, no pensaba viajar al país africano hasta que el Apartheid desapareciera y así lo hice. 

Mi primera visita a Sudáfrica fue en 2002, cuando asistí como periodista a la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible. Desde que llegué fui consciente de la importancia que tenía Nelson Mandela, "Madiba", para su gente. Daba igual con quien hablaras: negros o blancos sentían devoción por su líder. Curiosamente me alojé en un hotel que, según me contaron, se escondió Mandela antes de ser encarcelado. 

En la Cumbre Mundial de Desarollo Sostenible de 2002 "Madiba" tuvo un papel fundamental y los periodistas tuvimos diferentes ocasiones para conocerle. Como otras personalidades que he llegado a conocer, me transmitió una paz increíble, dedicando a cada persona que se le acercaba el tiempo necesario.

Nelson Mandela fue liberado de prisión el 11 de febrero de 1990. Este es uno de los primeros discursos que dio, el 16 de abril de 1990 en un acto de homenaje. Hoy, yo, quiero que este vídeo y este texto sirvan de homenaje a un hombre, fundamentalmente, BUENO. 

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