miércoles, 22 de abril de 2009

El cuento de la vaca

Esta es la historia de "La Vaca", del Dr. Camilo Cruz. Se cuenta que en una ocasión un maestro quería enseñarle a su discípulo los secretos para conseguir una vida próspera y feliz. Para ello, el maestro decidió marcharse con el joven en un viaje al pueblo más pobre que pudieran encontrar. Allí buscarían la familia más humilde del lugar, donde pasarían la noche. Así llegaron a un viejo caserío casi a punto de derrumbarse, era el sitio, sin duda, más pobre del lugar. En aquella casucha de apenas 10 metros cuadrados vivían 8 personas. Pero la familia contaba con una posesión: tenían una vaca, y la vida de todos ellos giraba en torno a la vaca: "hay que ordeñar a la vaca", "hay que sacar a la vaca", "hay que dar agua a la vaca". La vaca les hacía un servicio muy importante porque ellos consideraban que no eran tan pobres ya que tenían una vaca. El maestro y el discípulo durmieron en el lugar. A la mañana siguiente, muy temprano, antes de que nadie se levantaran, ambos lo hicieron y se dispusieron a salir. El discípulo no estaba muy contento pues le parecía que no había aprendido nada, pero el maestro le dijo: "Es hora de que aprendas la lección que has venido a aprender".

Lentamente, el maestro se acercó adónde estaba atado el animal y, ante la incrédula mirada del joven, el anciano sacó un cuchillo enorme y mató a la vaca. El joven estaba alarmado, no podía entender nada y así se lo expresó. Sin inmutarse, el maestro se dispuso a marcharse del lugar; el discípulo pensó que por su culpa aquella familia ahora sí que no tendría medio de ganarse el pan.

La historia cuenta que un año más tarde el maestro llamó al discípulo y le sugirió que regresaran a aquel lugar para ver qué había ocurrido con la vaca. El joven asintió aún sintiéndose culpable por lo que había ocurrido. Llegaron de nuevo aquella zona pero no encontraban la vivienda; donde estaba la casucha, ahora había una casa grande y nueva. El joven pensó que la familia había tenido que abandonar el lugar. Cuando llamaron a la puerta, el hombre que les atendió era el mismo que les había alojado el año anterior. ¿Cómo era posible que ahora tuvieran aquella casa enorme, fueran bien vestidos y la vida les sonriera? El hombre les invitó a pasar y les contó que, nada más irse ellos aquel día, descubrieron que algún malechor les había matado a la vaca. Y aunque al principio se desesperaron ante su nueva situación, pronto decidieron arreglar el terreno y plantar unas cuantas semillas para alimentarse.

Pronto, aquellas semillas les dieron tanta producción que tuvieron que venderla en el mercado, comprando entonces más semillas y volviendo a plantar. Así, poco a poco fueron haciendo progresos y la granja les dio tantas ganancias que pudieron comprarse una casa nueva, ropa... y una vida nueva. La trágica muerte de la vaca había sido una auténtica bendición.

Al marcharse de allí el discípulo se dio cuenta de cuál era la lección que el maestro había querido darle: la muerte de la vaca no había sido el final de esa familia sino el principio de un nuevo y más brillante futuro. El maestro le preguntó al joven: ¿tú crees que si esta familia aún tuviera su vaca hubiera alcanzado todo esto este año? El discípulo respondió que no. ¿Ves le dijo? La vaca no sólo era su sustento sino la cadena que les ataba a una vida de conformismo y mediocridad. Tuvieron que aprender a ver más allá para salir de la miseria, en la que ni siquiera reconocían estar, por tener una vaca.

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