Esta tarde he ido al aeropuerto a buscar a mis padres que volvían de unos días de vacaciones. Mientras estaba esperando en la puerta correspondiente, un hombre de unos cuarenta años esperaba también. Había llegado antes que yo y ya llevábamos un rato allí. De repente, se puso a mirar el panel de vuelos de llegada y le vi marcar un teléfono en el móvil. El hombre consiguió la comunicación y, sin dejar de mirar el panel de vuelos, preguntó a su interlocutor:
"¿Dónde dices que estaba tu hermano?"
Me quedé perpleja ante la pregunta. Este individuo se había tomado la molestia de ir al aeropuerto a buscar a alguien, PERO no sabía de dónde venía la persona a la que iba a recoger. De repente el panel se le había quedado muy grande y había demasiados vuelos en él.
Me pasé el resto del tiempo que estuve allí planteándome que el problema es que, realmente, no nos escuchamos. Estoy segura de que la persona que envió a aquel hombre al aeropuerto le había dicho de dónde venía su hermano pero éste no lo había oído, o más bien, no le había prestado atención.
No me extraña que hayamos tenido que inventar el término "escucha activa" para llamar la atención sobre la importancia de atender a lo que los demás nos dicen. Parece que con la palabra "escuchar" no tenemos suficiente. Recuerdo una frase muy habitual de Javier Mañero, el director de
Escuela de Inteligencia: "No escuchar te puede costar muy caro". ¡Cuánta razón tiene! Y él añade, en sus cursos de inteligencia emocional: "¡Cuántas veces nos perdemos cosas en la vida por no escuchar activamente!".
He aprovechado para incluir una fotografía de la deliciosa película "La Terminal" con una interpretación espectacular, como suele hacer siempre, de Tom Hanks. Me gusta además porque muestra un mundo absolutamente absurdo, como en el que vivimos, donde lo legal por lo legal a veces es injusto y surrealista.
Etiquetas: aeropuerto, escucha activa, Escuela de Inteligencia, inteligencia emocional, La Terminal
1 comentarios:
Lo curioso es que no escuchamos a los demas y a veces a nosotros mismos tampoco; somos muy poco concientes de nuestras acciones que al paso del tiempo estamos deprimidos, gordos, o enfermos y ni siquiera sabemos por que, ya que no fuimos concientes de nuestras acciones en el pasado.
Me encanto el Post.
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