Este es un blog sobre Comunicación y Oratoria, de la directora de la Escuela Europea de Oratoria (EEO), Mónica Pérez de las Heras. Aquí encontrarás información de actualidad sobre estos temas, así como interesantes análisis y reflexiones relacionados con hablar en público. www.escueladeoratoria.com
miércoles, 7 de noviembre de 2012
El discurso de la victoria de Obama 2012
TRANSCRIPCIÓN DEL DISCURSO DE OBAMA EN ESPAÑOL:
Muchas gracias.
Hoy, más de 200 años después de que una antigua colonia se ganara el derecho a decidir su propio destino, la tarea de perfeccionar nuestra unión sigue adelante.
Sigue adelante gracias a vosotros. Sigue adelante porque habéis reafirmado el espíritu que ha triunfado sobre la guerra y la depresión, el espíritu que ha levantado a este país desde la desesperación más profunda hasta las mayores esperanzas, la convicción de que, aunque cada uno de nosotros persigue sus sueños personales, somos la familia americana y asecendemos o caemos como una misma nación y un mismo pueblo.
Esta noche, en esta elección, vosotros, el pueblo estadounidense, nos habéis recordado que, aunque nuestro camino ha sido duro, aunque nuestro recorrido ha sido largo, nos hemos levantado, hemos recuperado nuestro rumbo, y sabemos, desde el fondo de nuestros corazones, que, para los Estados Unidos de América, lo mejor está por llegar.
Quiero dar las gracias a todos los estadounidenses que han participado en esta elección,a los que votaban por primera vez y a los que tuvieron que guardar cola durante mucho tiempo. Por cierto, eso es algo que tenemos que arreglar. A los que recorrieron las aceras y los que cogieron los teléfonos, a los que levantaron carteles de Obama y los que levantaron carteles de Romney, habéis hecho oír vuestras voces y habéis influido en los resultados.
Acabo de hablar con el gobernador Romney y les he felicitado a él y a Paul Ryan por una campaña muy disputada. Hemos peleado de manera feroz, pero solo porque amamos profundamente a este país y nos preocupa muchísimo su futuro. Desde George y Lenore hasta su hijo Mitt, la familia Romney ha querido trabajar por Estados Unidos, dedicarse al servicio público, y ese es el legado que esta noche honramos y aplaudimos. En las próximas semanas, aspiro a reunirme con el gobernador Romney con el fin de hablar de lo que podemos hacer juntos para impulsar el país hacia adelante.
Quiero dar las gracias a mi amigo y socio de estos cuatro años, el guerrero feliz de América, el mejor vicepresidente que jamás podría haber, Joe Biden.
Y no sería el hombre que soy hoy sin la mujer que aceptó casarse conmigo hace 20 años. Lo voy a decir en público: Michelle, nunca te he querido tanto como en este momento. Me siento más orgulloso que nunca, viendo cómo se ha enamorado Estados Unidos de ti en tu papel de primera dama. Sasha y Malia, estáis convirtiéndoos ante nuestros ojos en dos jóvenes fuertes, listas y bellas, igual que vuestra madre. Estoy muy orgulloso de vosotras. Pero tengo que decir que, por ahora, un perro es suficiente.
Gracias al mejor equipo de campaña y de voluntarios en la historia de la política. El mejor. El mejor de toda la historia. Algunos erais nuevos esta vez, y otros habéis estado a mi lado desde el principio. Pero todos sois mi familia. Hagáis lo que hagáis, vayáis donde vayáis, llevaréis con vosotros el recuerdo de la historia que hicimos juntos y tendréis durante toda la vida el agradecimiento de un presidente. Gracias por creer hasta el final, a través de cada colina y cada valle. Me habéis llevado sobre vuestros hombros todo el camino y siempre agradeceré todo lo que habéis hecho y vuestro increíble esfuerzo.
Sé que las campañas políticas, en ocasiones, pueden parecer poco importantes, incluso tontas. Y son carne de cañón para los cínicos que dicen que la política no es más que un enfrentamiento de egos o un territorio que se disputan grupos de intereses. Pero, si habéis tenido la oportunidad de hablar con las personas que han acudido a nuestros mítines y han hecho cola en el gimnasio de un instituto, o si habéis visto a los voluntarios que trabajaban hasta altas horas de la noche en una oficina de campaña en algún rincón remoto, habréis descubierto otra cosa.
Habréis oído la decisión en la voz de un joven organizador sobre el terreno que trabaja para pagarse la universidad y quiere garantizar que todos los jóvenes tengan la misma oportunidad. Habréis oído el orgullo en la voz de una voluntaria que iba puerta a puerta porque su hermano encontró trabajo, por fin, cuando la fábrica de automóviles local añadió otro turno. Habréis oído el hondo patriotismo en la voz de la esposa de un militar que se encargaba de los teléfonos por las noches para asegurarse de que ninguna persona que lucha por este país tenga que luchar jamás para tener empleo ni para tener un techo cuando vuelve a casa.
Por eso hacemos todo esto. Eso es lo que puede ser la política. Por eso son importantes las elecciones. No son una cosa pequeña, son una cosa fundamental. Muy importante. En un país de 300 millones, la democracia puede ser ruidosa, caótica, complicada. Tenemos opiniones distintas. Cada uno tiene sus propias convicciones.
Y cuando atravesamos tiempos difíciles, cuando tomamos grandes decisiones como país, es inevitable que se agiten las pasiones y surjan controversias.
Eso no va a cambiar de la noche a la mañana, ni tiene por qué. Estos debates que tenemos son una seña de nuestra libertad. No podemos olvidar jamás que en estos instantes, mientras hablamos aquí, en países lejanos hay personas que están arriesgando sus vidas para tener la posibilidad de discutir sobre las cuestiones importantes, para tener la oportunidad de emitir su voto como hemos hecho hoy aquí.
Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias, la mayoría de nosotros comparte ciertas esperanzas para el futuro de Estados Unidos. Quermos que nuestros hijos crezcan en un país en el que tengan acceso a las mejores escuelas y los mejores profesores. Un país que esté a la altura de su legado como líder mundial en tecnología, descubrimiento e innovación, con todo el empleo de calidad y las nuevas empresas que se derivan de ellos.
Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté acosado por la deuda, que no esté debilitado por las desigualdades, que no esté amenazado por la capacidad destructiva de un planeta que se calienta. Queremos transmitir un país seguro, respetado y admirado en todo el mundo, una nación defendida por el ejército más poderoso de la tierra y las mejores tropas que ha conocido el mundo. Pero también un país que avance con confianza más allá de esta época de guerra para construir una paz basada en la promesa de libertad y dignidad para todos los seres humanos.
Creemos en un Estados Unidos generoso, un Estados Unidos compasivo, un Estados Unidos tolerante, abierto a los sueños de una hija de inmigrantes que estudia en nuestras escuelas y jura fidelidad a nuestra bandera. Abierto a los sueños del chico de la parte sur de Chicago que ve que puede tener una vida más allá de la esquina más cercana. A los del hijo del ebanista de Carolina del Norte que quiere ser médico o científico, ingeniero o empresario, diplomático o incluso presidente; ese es el futuro al que aspiramos. Esa es la visión que compartimos. Esa es la dirección en la que debemos avanzar. Hacia allí debemos ir.
Por supuesto, tenemos discrepancias, a veces feroces, sobre la forma de llegar. El progreso, como ocurre desde hace más de dos siglos, es irregular. No siempre es una línea recta. No siempre es un camino llano. Saber que tenemos unas esperanzas y unos sueños comunes no basta, por sí solo, para terminar con la paralización, resolver todos nuestros problemas ni sustituir al esfuerzo de construir un consenso y alcanzar los difíciles compromisos necesarios para impulsar el país. Pero ese vínculo común debe ser nuestro punto de partida.
Nuestra economía está recuperándose. Está llegando a su fin una década de guerra. La larga campaña ha terminado. Y, tanto si me habéis dado vuestro voto como si no, os he escuchado, he aprendido cosas de vosotros, y habéis hecho que sea mejor presidente. Con vuestras historias y vuestras luchas, regreso a la Casa Blanca más decidido y más inspirado que nunca sobre la tarea que nos aguarda y el futuro que tenemos por delante.
Esta noche habéis votado para que actuemos, no para que hagamos la política habitual. Nos habéis elegido para que nos centremos en vuestro trabajo, no en el nuestro. En los meses y semanas que vienen, estoy deseando colaborar con los líderes de los dos partidos para afrontar los retos que solo podemos superar si estamos unidos. Reducir el déficit. Reformar nuestro código tributario. Arreglar nuestro sistema de inmigración. Liberarnos del petróleo extranjero. Tenemos muchas más cosas que hacer.
Pero eso no significa que vosotros hayáis terminado. El papel del ciudadano en nuestra democracia no acaba con el voto. Estados Unidos no se ha movido nunca en función de lo que otros pueden hacer por nosotros. Estados Unidos consiste en saber qué podemos hacer todos juntos, mediante una labor tan frustrante y difícil, pero necesaria, como es el autogobierno. Ese es el principio sobre el que se fundó nuestra nación.
Este país tiene más riqueza que ningún otro, pero no es eso lo que nos hace ricos. Tenemos el ejército más poderoso de la historia, pero no es eso lo que nos hace fuertes. Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo entero, pero no es eso lo que hace que el mundo venga sin cesar hasta aquí.
Lo que hace que Estados Unidos sea excepcional son los lazos que mantienen unida a la nación más variada del mundo. La convicción de que tenemos un destino común; de que este país solo funciona cuando aceptamos que tenemos ciertas obligaciones con nuestros conciudadanos y con las generaciones futuras. La libertad por la que tantos estadounidenses han luchado y han muerto acarrea responsabilidades además de derechos. Y entre esas responsabilidades están el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo. Eso es lo que da a Estados Unidos su grandeza.
Esta noche me siento esperanzado porque he visto ese espíritu en acción. Lo he visto en la empresa familiar cuyos dueños prefieren recortar sus ganancias antes que despedir a sus vecinos, y en los trabajadores que prefieren trabajar menos horas antes que ver que un amigo pierde su empleo. Lo he visto en los soldados que vuelven a alistarse después de perder una pierna y en los SEALs que suben por las escaleras e irrumpen en la oscuridad porque saben que tienen a un compañero guardándoles las espaldas.
Lo he visto en las costas de Nueva Jersey y Nueva York, donde los líderes de todos los partidos y todas las instancias del Gobierno se olvidaron de sus diferencias para ayudar a una comunidad a reconstruir todo lo que una terrible tormenta había destruido. Y lo vi el otro día, en Mentor, Ohio, donde un padre contó la historia de su hija de ocho años, cuya larga batalla contra la leucemia habría arruinado a su familia si no hubiera sido por la reforma sanitaria aprobada solo unos meses antes de que la compañía de seguros estuviera a punto de dejar de pagarle los tratamientos.
Tuve ocasión de hablar con su padre y de conocer a esa increíble niña. Y, cuando el padre contó su historia a la multitud que le escuchaba, todos los padres del público teníamos los ojos llenos de lágrimas, porque sabíamos que su hija podía una de las nuestras. Sé que todos los estadounidenses quieren que el futuro de esa niña sea tan brillante como el de sus hijos. Así somos nosotros. Ese es el país que tan orgulloso estoy de presidir.
Y esta noche, a pesar de todas las dificultades que hemos padecido, a pesar de todas las frustraciones con Washington, tengo más esperanzas que nunca sobre nuestro futuro. Tengo más esperanzas que nunca sobre Estados Unidos. Y os pido que sostengáis esa esperanza. No hablo de tener un optimismo ciego, una esperanza que ignore la enormidad de las tareas que nos aguardan ni los osbtáculos que encontraremos por el camino. No hablo de un idealismo iluso que nos permita permanecer al margen ni eludir el combate.
Siempre he creído que la esperanza es ese sentimiento tenaz en nuestro interior que insiste, a pesar de que todo indique lo contrario, en que el futuro nos reserva algo mejor, siempre que tengamos el valor de seguir intentándolo, seguir trabajando, seguir luchando.
Creo que podemos continuar el progreso que ya hemos logrado y seguir esforzándonos para tener nuevos puestos de trabajo, nuevas oportunidades, una nueva seguridad para la clase media. Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona está dispuesta a trabajar duro, no importa de dónde venga ni qué aspecto tenga ni dónde ame. No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en Estados Unidos, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea.
Creo que podemos alcanzar juntos este futuro porque no estamos tan divididos como hace pensar nuestra política. No somos tan cínicos como dicen los expertos. Somos más que la suma de nuestras ambiciones individuales, y somos más que una colección de estados rojos y estados azules. Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.
Y juntos, con vuestra ayuda y la gracia de Dios, continuaremos nuestro viaje y recordaremos al mundo por qué vivimos en la mejor nación de la tierra.
Gracias, América... Dios os bendiga. Dios bendiga a Estados Unidos.
TRANSCRIPCIÓN DEL DISCURSO DE OBAMA EN INGLÉS:
“Thank you. Thank you. Thank you so much.
Tonight more than 200 years after a former colony won the right to determine its own destiny, the task of perfecting our union moves forward.
It moves forward because of you. It moves forward because you reaffirmed the spirit that has triumphed over war and depression, the spirit that has lifted this country from the depths of despair to the heights of hope. The belief that while each of us will pursue our own individual dreams, we are an American family and we rise or fall together as one nation and as one people.
Tonight in this election, you, the American people, remind us while our road has been hard, while our journey has been long, we have picked ourselves up, we have fought our way back, and we know in our hearts that the united states of America – the best is yet to come.
[cheering] I want to thank every American who participated in this election [CHEERING] Whether you voted for the very first time or waiting in line for a very long time.
By the way, we need to fix that. Whether you pounded the pavement or picked up the phone. Whether you held an Obama sign or a Romney sign, you mad your voice heard.
And you made a difference. I just got off the phone with Governor Romney and I congratulated him and Paul Ryan on a hard-fought campaign. [CHEERING] We may have fought fiercely, but it’s only because we love this country deeply. And we care so stronly about its future.
From George to Lenore to their son Mitt, the Romney family has chosen to give back to Americans through public service. And that is a legacy that we honor and applaud tonight. [CHEERING] In the weeks ahead, I also look forward to sitting down with Governor Romney to talk about where we can work together to move this country forward. [CHEERING] I want to thank my friend and partner for the last four years, America’s happy warrior, the best vice president anybody could ever hope for: Joe Biden.
I want to thank my friend and partner of the last 4 years, America’s happy warrior, the best Vice President anyone could ever hope for: Joe Biden. And I wouldn’t be the man I am today without the woman who agreed to marry me twenty years ago. Let say this publicly, Michelle I have never loved you more. I have never been prouder to watch the rest of America fall in love with you too as our nation’s first lady.
Sasha and Malia before our very eyes you are growing up to become two strong smart beautiful young women, just like your mom. And im so proud of you guys. But I will say that for now one dog is probably enough. To the best campaign team and volunteers in the history of politics. The best. The best ever. Some of you were this time around.
Some of you were new this time around and some of you have been at my side since the very beginning but all of you are family.
No matter what you do or where you go from here, you will carry the memory of the history we made together and you will have the life long appreciation of a grateful president.
Thank you for believing all the way, through every hill, through every valley. [applause] You lifted me up the whole way and I will always be grateful for everything that you’ve done and all the incredible work that you’ve put in. [applause]
I know that political campaigns can sometime seem small, even silly, and that provides plenty of fodder for the synics who tell us that politics is nothing more than a contest of egos or the domain of special interests.
But if you ever get the chance to talk to folks who turn out at rallies and crowded out along a ropline in a high school gym or saw folks working late at a campaign office in some tiny county far away from home, you’ll discover something else; you’ll hear the determination in the voice of a young field organizer who is working his way through college and wants to make sure every child has that same opportunity. [applause]
You’ll hear the pride in the voice of a volunteer who is going door to door because her brother was finally hired when the local auto plant added another shift. [applause]
You’ll hear the deep patriotism in the voice of a military spouse who is working the phones late at night to make sure that no one who fights for this country every has to fight for a job or a roof over their head when they come home. [applause]
That’s why we do this. That’s what politics can be. That’s why elections matter. It’s not small, it’s big. It’s important. Democracy in a nation of 300-million can be noisy and messy and complicated. We have our own opinions, each of us has deeply held beliefs.
And when we go through tough times, when we make big decisions as a country; it necisarily stirs passions, stirs up controversy. That won’t change after tonight and it shouldn’t . These arguments we have are a mark of our liberty.
We can never forget that as we speak, people in distant nations are risking their lives right now just for a chance to argue about the issues that matter [applause] The chance to cast their ballots like we did today.
But despite all our differences, most of us share certain hopes for America’s future. We want our kids to grow up in a country where they have access to the best schools and the best teachers. [applause] A country that lives up to its legacy as the global leader in technology and discovery and innovation; with all the good jobs and new businesses that follow.
A country that lives up to its legacy as a global leader in technology, discovery and innovation. With all the good jobs and businesses that follow, to live in America that isn’t burdened by debt, that isn’t weakened by inequality. That isn’t threatened by the destructive power of a warming planet. We want to pass on a country that is saved and respected and admired around the world. A nation that is defended by the strongest military on earth and the best troops this world has ever known. But also a country that moves with confidence beyond this time of war to shape a peace. That is built on the promise of dignity of every human being.
We believe in a generous America, in a compassionate America, in a tolerant America, open to the dreams of an immigrants daughter that studies in our schools and pledges to our flag. To the young boy on the south side of Chicago, who sees a light beyond the nearest street corner. To the furniture workers child in North Carolina who wants to become a engineer or a scientist. And engineer or an entrepreneur. A diplomat or even a president, that’s the future we hope for. That’s the vision we share, that’s where we need to go. Forward. That’s where we need to go.
Now we will disagree sometimes fiercely on how to get there, as it has for more then two centuries, progress will come in fits and starts, it’s not always a straight line or a smooth path. By itself a recognition of our common hopes and dreams won’t end the gridlock. Or solve all our problems or substitute for the hard work of building consensus. And making the difficult compromises needed to move the country forward but that common bond is where we must begin. Our economy is recovering, our decade of war is ending. A long campaign is now over. [applause]
And whether I earned your vote or not, I have listened to you. I have learned from you and you have made me a better President. With your stories and your struggles, I returned to the White House more determined and more inspired than ever about the work there is to do and the future that lies ahead [applause] Tonight, you voted for action, not politics as usual. You elected us to focus on your jobs, not ours.
And in the coming weeks and months, I am looking forward to reaching out and working with leaders of both parties to meet the challenges we can only solve together: reducing our deficit, reforming our tax code, fixing our immigration system, freeing ourselves from foreign oil, we’ve got more work to do.
But that doesn’t mean your work is done. The role of citizen in our democracy does not end with your vote. America’s never been about what could be done for us, it’s about what can be done by us, together, through the hard and frustrating but necessary work of self-government. That’s the principle we were founded on.
This country has more wealth than any nation, but that’s not what makes us rich. We have the most powerful military in history but that’s not what makes us strong. Our university, our culture, are all the envy of the world but that’s not what keeps the world coming to our shores. What makes America exceptional are the bonds that hold together the most diverse nation on Earth, the belief that our destiny is shared, that this country only works when we accept certain obligations to one another and the future generations so that the freedom so many Americans have fought for and died for comes with responsibilities as well as rights, and among those are love, and charity, and duty and patriotism. That’s what makes America great.
I am hopeful tonight because I have seen that spirit at work in America. I’ve seen it in the family business whose owners would rather cut their own pay than lay off their neighbors, and in the workers who would rather cut back their hours than see a friend lose a job.
I’ve seen it in the soldiers who re-enlist after losing a limb, and in those SEALS who charged up the stairs into darkness and danger because they knew their was a buddy behind them watching their back.
I’ve seen it on the shores of New Jersey and New York where leaders from every party and level of government have swept aside their differences to help a community rebuild from the wreckage of a terrible storm.
And I saw it just the other day, in Mentor, Ohio wehre a father told the story of his eight-year-old daughter who’s long battle with leukemia nearly cost their family everything had it not been for healthc are reform passing just a few months before. The insurance company was about to stop paying for her care
I had an opportunity to not just talk to the father but meet this incredible daughter of his, and when he spoke to the crowd listening to that father’ story, every parent in that room had tears in their eyes because we knew that little girl could be our own. And I know that every American wants her future to be just as bright. That’s who we are. That’s the country I’m so proud to lead as your president.
And tonight, despite all the hardship we’ve been through, despite al lthe frustrations of Washington, I’ve never been more hopeful about our future
I’ve never been more hopeful about America. And I ask you to sustain that hope. I’m not talking about blind optimism. The kind of hope that just ignores the enormity of the tasks ahead or the road blocks that stand in our path. I’m not talking about the wishful idealism that allows us to just sit on the sidelines or shirk from a fight.
I have always believed that hope is that stubborn thing inside of us that insists, despite all the evidence to the contrary, that something better awaits us so long as we have the courage to keep reaching to keep working, to keep fighting.
America, I believe we can build on the progress we made and continue to fight for new jobs and new opportunity and new security for the middle class
I believe we can keep the promise of our founder. The idea that if you’re willing to work hard, it doesn’t matter who you are or where you come from or what you look like or where you love, it doesn’t matter if you’re black or white or Hispanic or asian, or native American, or young or old, or rich or poor, able, disabled, gay or straight, you can make it.
I believe we can sieze this future together. Because we are not as divided as our politics suggest. We’re not as cynical as the pundents believe. We are greater than the sum of our individual ambitions.
And we remain more than a collection of red states and blue states. We are and forever will be the United States of America. With your help and God’s grace, we will continue our journey forward. And remind the world just why it is that we live in the greatest nation on Earth.Thank you, America. God bless you. God bless these United States.” [CHEERING]
Directora de la "Escuela Europea de Oratoria" con sede en Madrid (España). Es periodista y especialista en Hablar en Público. Como conferenciante y formadora ha recorrido los cinco continentes. En la actualidad, compagina la dirección de la Escuela Europea de Oratoria con la formación en hablar en público, la colaboración con diferentes medios de comunicación y la escritura de libros sobre el tema. En 2022 ha publicado un total ya de 19 libros. Su web es: www.monicaperezdelasheras.com
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