lunes, 15 de marzo de 2010

Qué hace un orador cuando tropieza



El Rey Juan Carlos tropezó hoy al subir a la tarima en un acto en el aeropuerto de Málaga. Un incidente como éste debe ser considerado por el orador "como algo que puede pasar" y que "no tiene la mínima importancia". Ante una circunstancia de este tipo el orador debe recordar una de las claves fundamentales de la Oratoria: la naturalidad, asumiendo que respondiendo a la situación de manera "normal", es decir, sin darle especial importancia, no hay ningún problema, pase lo que pase. Relato en el libro "¿Estás comunicando?" la anécdota que me ocurrió hace años y que reproduzco a continuación: "Hace unos años, iba a participar en una mesa redonda en Sevilla. La mesa, que como es habitual, a pesar del nombre nunca es redonda, estaba situada en una tarima de más de 25 cm de alto, y a mí me tocaba sentarme justo en una esquina. Como había más ponentes que sitio, cuando yo fui a colocarme, ubiqué fuera de la tarima una de las patas de la silla, con lo cual, en cuanto traté de sentarme me caí al suelo con gran estrépito. En un primer momento, la reacción del público fue la de reírse ante la circunstancia. Así que eso es lo primero que oí mientras intentaba alzarme del suelo y levantar mi asiento. No obstante, la segunda reacción de la gente fue la más interesante, cuando me incorporé y reconocí mi torpeza, el auditorio se conmovió. Siendo natural subsané el imprevisto". Como muestra el vídeo de este post el Rey Juan Carlos asumió también hoy su traspiés con naturalidad y supo salir del incidente de forma airosa. Más información: epígrafe 85 del libro: "¿Estás comunicando?".

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