jueves, 17 de diciembre de 2009

La chica de la caja de galletas

Una chica estaba aguardando su vuelo en la sala de espera de un aeropuerto. Como debía esperar un largo rato decidió comprar un libro y un paquete de galletas. De vuelta de la tienda se sentó en uno de aquellos bancos corridos y empezó a leer. Pasó un tiempo y un hombre se acercó hacia su banco. Se sentó a su lado. Entre medio quedaban las galletas, el bolso de la muchacha y los abrigos de ambos. El hombre abrió una revista y comenzó a leerla.

La chica casi sin mirar alargó la mano y tomó una galleta. Al momento el hombre también tomo otra. Ella se sintió indignada porque aquel hombre le quitara sus galletas sin pedirle permiso, pero no dijo nada. Pensó: "Qué sinvergüenza".

Cada vez que ella tomaba una galleta, el hombre tomaba otra. Esto le enfurecía tanto que no conseguía concentrarse en la lectura, pero tampoco reaccionar. Cuando sólo quedaba una galleta pensó: "¿Qué hará ahora este abusón?"... Y el hombre, dividió la galleta y le dio a ella una mitad, mientras él se comía la otra media.

Aquello a la muchacha le pareció demasiado. Empezó a bufar de rabia, le lanzó una mirada asesina, cerró su libro, cogió sus pertenencias y se dirigió a su puerta de embarque. Cuando se sentó en el avión, buscó en su bolso el móvil para apagarlo y para sorpresa suya… ahí estaba su paquete de galletas. Intacto.

Sintió una gran vergüenza al darse cuenta de su error. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas en su bolso! y el hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado ni alterado y ya no había tiempo ni posibilidades para explicarlo ni pedir disculpas.

Esta historia ha sido "tomada prestada" del blog de Carlos Andreu un buen amigo y un estupendo comunicador. Me ha encantado por varias razones: por un lado, porque me he visto retratada: con lo despistada que soy, esta historia me podía haber ocurrido a mí; por otra parte, me encantan los aeropuertos, así que es un hábitat en el que me siento muy cómoda y, por último, el prejuzgar sin confirmar los hechos es un tema en que el que trabajo y me sigo trabajando. Me parece una estupenda historia para reflexionar sobre los juicios que hacemos sobre las conductas de los demás, incluso sin darnos cuenta de que a lo mejor son nuestras conductas las problemáticas. ¡Gracias Andreu!

Etiquetas: , , , ,

1 comentarios:

Blogger Carlos Andreu ha dicho...

Gracias Mónica!

18 de diciembre de 2009, 11:23  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio